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Degustando un espresso

Un apasionado del café no solo lo toma, también lo degusta

«Tomar un café» es un acto casi inconsciente y rutinario que millones de personas hacen varias veces al día. Pero «hay cafés y cafés» y un verdadero experto cafetero sabe que hay algunos que merecen un verdadero ritual. Cuando el grano es perfecto, cuando se invierte tiempo en la molienda y la preparación y cuando se cuida la forma de servirlo, merece la pena dedicar un momento a analizar el café que se va a tomar o en este caso a degustar.

Degustar el café implica analizar distintos aspectos:

El olor que se desprende en la molienda del café es conocido como la fragancia. Suele clasificarse en floral, afrutada, vegetal o herbácea.

Al hacer el café, concretamente al mezclarlo con el agua caliente, se desprenden olores conocidos como aroma, que se clasifica de manera similar a la fragancia. El aroma nos anticipa el sabor del café.

El principal elemento que analizar del café es el sabor. Consta de distintos elementos: los dulces, los salados, los ácidos y los amargos, y aparecen a medida que el café avanza por el paladar. Suele describirse con términos como riqueza, gama, complejidad y balance.

Otro aspecto característico del café es su acidez, que podría describirse como la sequedad que el café causa en la boca. La acidez dependerá de la altura de cultivo del café. Los cafés como el Kenia AA o un Costa Rica Tarrazú son cultivados a más altitud por lo que son de alta acidez, mientras que cafés como el Etiopía Yergacheffe y el Papua Nueva Guinea son cultivados en lugares de menor altura y se consideran de acidez media.

Analizando la consistencia y permanencia del café estaríamos hablando de el cuerpo, que está en relación con la sensación de fluidez, ligereza o espesor del café. Es necesario retener el café unos segundos en la boca para analizar este aspecto. Habitualmente los cafés asiáticos tienen más cuerpo que los latinoamericanos.

Al terminar el café, el sabor que perdurará en la boca es lo que llamamos el retrogusto, muchos cafés varían ligeramente su sabor al acabar teniendo notas picantes o de cacao.

En el ritual del café intervienen varios sentidos, se habla del gusto y el olfato pero también el tacto o la vista. Solo con mirar un café descubrimos muchas cosas de esta bebida, debemos fijarnos en la crema y el color. Con el olfato descubrimos la fragancia y el aroma, con el gusto su sabor, acidez y retrogusto, y finalmente con el tacto analizamos el cuerpo de esta deliciosa bebida.

Os invitamos a que no solo toméis vuestro próximo café sino que como verdaderos apasionados por el auténtico aroma, lo degustéis.

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